miércoles, 23 de julio de 2014

Sol cuello cortado

Dulces figuras apuñaladas.
Violenta esperanza.

Christmas Carol (2003)

¿Te veré esta noche en el callejón de las ratas,
Allí donde los héroes extraviaron sus huesos?

Hoy nacerá el Niño Muerto,
Aquel que lleva el cordón apretándole el Cuello.

Demasiado tarde (2003)

Veo las sobras del banquete sobre la mesa y, en un instante,
comprendo que les debo mil disculpas.
¡Oh, por favor! ¡Recíbanme sin reverencias!
Aunque nada les costaría una pequeña dosis de amabilidad.
Reconozco que anduve vagabundeando por mucho tiempo.

Los perros se conforman comiendo las sobras debajo de la mesa
y las moscas zumban histéricas sobre los hocicos grasientos.
¡Ay, Dios querido! ¡La siesta del verano es casi insoportable!
Los invitados eructan, recostados sobre las sillas.
Acarician su vientre con palma velluda.
Yo les gritaría: ¡Ustedes me dan asco!
Pero el hambre es muy intenso y afuera el alquitrán se está derritiendo.

¡Oh, por favor! ¡Recíbanme sin reverencias!
Aunque nada les costaría una pequeña dosis de amabilidad.
Reconozco que anduve vagabundeando por mucho tiempo.
Y para peor, no sé si fue realmente divertido, o el pasado siempre parece lindo.

Percibo vibraciones negativas en este ambiente.
No han sido muy prudentes al dejarme entrar.
Podría yo ser un kamikaze sin avión,
Un espía de la KGB,
O un estúpido agente de la DEA.

Espero que no los despiste mi cara de pelotudo.
Hay situaciones en que este tipo de detalles
No tienen la menor importancia.
¡Despertad señores!
¡Vine a devorarles la puta cocina!
Y cuando no quede una miserable miga,
Seguiré con ustedes, ventrudos inmundos.

¡Oh, por favor! ¡Recíbanme sin reverencias!
Aunque nada les costaría una sencilla dosis de amabilidad.
Reconozco que anduve vagabundeando demasiado tiempo.

Exprimila: La naranja mecánica de Anthony Burguess.

Parece mentira que un texto escrito en 1962 (pleno auge de la guerra fría, la Revolución cubana y la beatlemanía) guarde tanta vigencia con el presente. La violencia que el autor le ha impreso a las páginas de, a esta altura, semejante clásico, trascienden el papel para colocarse dentro de las filas de la realidad. El mismo Burgess había sido víctima cercana de una vejación que lo marcaría de por vida: para exorcizar sus demonios, escribiría su obra maestra.
La naranja mecánica, narra la historia en primera persona de Alex, adolescente ubicado en un futuro próximo, inclinado hacia la destrucción tanto como hacia la belleza (es admirador de Beethoven y la música clásica). Junto a un grupo de amigos, se dedican a drogarse y cometer violaciones, robos y golpizas sobre los indefensos habitantes de una ciudad, que en todo caso y en la actualidad, podría ser cualquier ciudad del mundo. Después de un asesinato, Alex es apresado y enviado a una cárcel atroz, donde se topa con individuos de la peor calaña. Luego de un tiempo es seleccionado como conejillo de indias para un experimento: el tratamiento Ludovico. Dicho tratamiento, en una alucinante metáfora del poder que ejerce el estado sobre los cuerpos y mentes de los sujetos, probará que la violencia puede extirparse del cerebro humano a través de la exposición a imágenes de extrema crueldad. Ya “reformado”, Alex saldrá al mundo real, en donde las cosas no saldrán como él esperaba: la sociedad, otrora víctima de sus abusos, caerá sobre el protagonista con toda la fuerza de una masa. Este vuelco está narrado con tanta maestría por parte de Burguess, que el antiguo joven revulsivo llegará a inspirarnos lástima.
El autor se encargó de crear un argot derivado del idioma ruso, que es el que utilizan los adolescentes para comunicarse entre sí, cuidando que el paso del tiempo no dejara a su obra anclada en el pasado. Además, por medio de este invento, Burguess amortiguó la violencia de las escenas, algunas de las cuales trabajadas de ese modo, hasta resultan patéticamente graciosas.
La novela consta de tres partes, cada una dividida en siete capítulos. En la edición de Minotauro del año 2006, el autor comenta que en Estados Unidos, al momento de publicarse el libro por primera vez, el editor mandó quitar el capítulo veintiuno, aquel en que Alex evoluciona hasta convertirse mentalmente en un burgués que añora una familia e hijos. Justamente esta versión es la que guió a Kubrick en su realización, por lo que en el film no hay señales de la evolución del personaje, sino del periplo que va desde su adolescencia abusiva hasta su reinserción en la sociedad.
El título de la obra alude, según el propio autor, a una expresión acuñada por los londinenses. Se dice que alguien es “más raro que una naranja mecánica”, cuando la persona en cuestión roza el paroxismo de lo extraño. Sin embargo hay una pista más certera para comprender el porqué del título en el capítulo dos de la primera parte, capítulo en que Alex y sus drugos (amigos) asaltan a una pareja en su propio hogar. El dueño de casa es escritor y está redactando un libro que lleva el nombre de “La naranja mecánica”. Alex se anima a leer un párrafo y encontramos una revelación maravillosa: “... para oponerme al intento de imponerle (al hombre) leyes y condiciones sólo apropiadas para una creación mecánica, levanto la acerada pluma...”.
Just do it
No te muevas
No hables fuera de tiempo
No mientas
No te aferres

Cincuenta años más equivocándote de aula
Cincuenta años más de miradas esquivas
De cuerpos que sólo rozan la superficie

No te muevas
No pienses
No esperes demasiado

Cincuenta años más de cebolla de cristal
Sin mojarte los ojos
Sin ensuciarte los dedos
Cincuenta años más de luchas intestinas
De incesante fluir de la conciencia
De agujeros en el estómago

No me mires
No hables
No te aferres

Pero permite, Oh! Musa
Que cante tu canción de cara al feroz viento
Aunque me desgarre por dentro
El túnel (1948)- Ernesto Sábato- Oscuro y frío es el lugar donde habitas.A simple vista, El túnel no es más que el relato pormenorizado, escrupuloso, detallado, de un crimen pasional desde la óptica de un neurótico enfermo de celos. Pero si ajustamos la lupa, veremos que se esconde detrás de esta primera obra de ficción de nuestro último gran escritor vivo, una serie de verdades que, tarde o temprano, descubrimos todos los habitantes de esta tierra. La soledad, la falta de contención después de la infancia, la conciencia de que cada ser está condenado a una incomunicación desesperante, porque el lenguaje es lo suficientemente precario para que accedamos al entendimiento real. Éstos son los temas que realmente atañen al túnel.
Nacido en Rojas, provincia de Buenos Aires, el 24 de junio de 1911, Ernesto Sábato se dedicó en primera instancia a la ciencia. Doctorado en Física por la Universidad Nacional de La Plata, en 1938, obtiene una beca para realizar investigaciones sobre radiaciones atómicas en el Laboratorio Curie, en París. Allí sufre una crisis existencial que lo obliga a replantearse su lugar en el mundo y los alcances de la ciencia en lo que a materia de sufrimiento humano respecta. Contrae vínculos con los surrealistas, se entrega a la bebida y a las aventuras amorosas, pese a estar casado con Matilde Kusminsky y ya haber tenido a su primer hijo. En 1940 retorna a la Argentina y luego de pasar unos años enseñando en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de La Plata, decide dedicarse de lleno a la actividad literaria y artística. Su primer trabajo será un ensayo, Uno y el Universo, que gana en 1945 el Primer Premio de la Municipalidad de Buenos Aires y el Gran premio de Honor de la SADE. No debemos olvidar que entre 1983 y 1984 preside la CONADEP y realiza la investigación que quedará inmortalizada en el libro Nunca más (también conocido como “informe Sábato”).
En 1948 Sábato publica El túnel, que recibe excelentes críticas y es recomendada por Albert Camus para ser traducida al francés. La novela es una trágica historia de amor entre el pintor Pablo Castel y la aristócrata María Iribarne, narrada en primera persona por el protagonista, desde lo que se supone es su encierro en una clínica para enfermos mentales. Por supuesto que esta historia es sólo una excusa, que permite al autor retratarnos un mundo en que la frivolidad barre con lo profundo; un mundo en que la soledad de los protagonistas está simbolizada por ese túnel, por ese abismo que habita cada corazón humano y que hace imposible la comunicación de las almas.
Enmarcada en la filosofía del existencialismo, El túnel es un paulatino descenso a los infiernos individuales, aquellos que sospechamos, pero que jamás nos atrevemos a mirar de frente. Como dijo el filósofo: “Tenemos el arte para que la verdad no nos mate”.
A prueba de bombas (2004)


57 noches seguidas bombardeando Londres.

Nosotros, los alemanes, no soportamnos que tu reina sea tan bonita.

57 noches seguidas bombardeando Londres.

Nosotros, los americanos, no soportamos tanta gente refugiada en los andenes.

Necesitamos un poco de aire, las fuerzas nos van abandonando.

57 noches seguidas en una Bolivia imaginaria.

57 días y sus noches durmiendo boca abajo para no vomitar sobre la escoria del mundo.

Una maldita joya arrojada a los cerdos; siento el gruñido Ernesto.

57 noches seguidas bombardeando Londres.

Nosotros, los alemanes, no vamos a desistir.